martes, 8 de marzo de 2011

ESCRITO por CR

Aquella tarde salí a pasear, costumbre de las tardes de verano, con el afán de descansar y saludar aquellos amigos y conocidos que, con la edad, habían adquirido la misma rutina que yo.
Al llegar al cruce de la calle de la plaza Dam por la Damstraat, girando a la izquierda, me encontré con algo insospechado. Cuál fue mi sorpresa al descubrirte allí, tras el cristal, mirándome.
Tenías un color moreno, casi dorado brillante, con una cinta que cubría tu cuello y caía a lo largo de tu pecho, tapando cualquier imperfección o cubriendo tu alma, para que nadie pudiera verla a través del cristal.
Quedé como una persona boba, admirando tu juventud, tu cuerpo, esbelto, con hermosas curvas, sereno, sensual, preparado para ser vendido, tu cuerpo, desnudo bajo el cristal.

Por un momento mi alma se estremeció, volví a sentir aquellas emociones que en otras ocasiones había experimentado, frente a un cuerpo desnudo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a abajo hasta llegar a la parte baja de mi cintura.
En ese momento, no podía apartar la mirada de tí, eclipsada, embrujada, recorriendo centimeter voor centimeter, sin dejar un ápice sin explorar, desnuda mi alma y mis intenciones.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Estaba esperando otro de tus relatos, cada mes te superas y este mes es la guinda. Enhorabuena CR.

Anónimo dijo...

Gracias Marta, me alegro que te gusten mis relatos, así como que me hayas escrito un comentario, pues es un pequeño gran gesto de tu parte, que me anima a seguir escribiendo, ya no sólo para disfrutar con la escritura, sino también haciendo disfrutar a los lectores como tú. Una vez más, gracias.

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