sábado, 6 de noviembre de 2010

200 PALABRAS por Cr

Tumbada sobre la cama sostenía entre sus manos La mano de Fátima. Otra vez el dolor en el pecho que había sentido durante los últimos días. La abordaban pensamientos de culpabilidad, por haber permitido llegar a  aquella situación, ¿cómo podía haber llegado a tal extremo?, ni ella misma tenía la respuesta.
Miró hacia un lado y se vio en el espejo, ¡qué cambio había dado!, en especial su cara, había perdido la luminosidad, la alegría, ¡qué pena! pensó, ya no era la misma niña ilusionada que transmitía felicidad por doquier, había perdido su sonrisa, su rostro estaba triste, como cuando recibes una mala noticia, pero ella lo tenía así constantemente. Apenas se reconocía en el espejo, sus hermosos ojos negros almendrados, a los que tanto adoraba, estaban oscurecidos por unas enormes ojeras, marchitos, ¡no parecía ella!. Se sentía sola, había sufrido mucho, especialmente su alma, necesitaba respuestas, necesitaba ayuda.
Siguió leyendo un poco más, Hernando..., otra vez el dolor, no podía concentrarse, le invadían recuerdos de algo que le habían comentado, “has creado un círculo en torno el cual gira tu vida, tú eres quién decide cuando salir de él, toca las cosas, huele, siéntelas, escucha, saborea la vida!.

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